Ayer se cumplieron veinte años desde la muerte de mi padre, y todavía me quedan lagrimas cuando me acuerdo de él, pero también risas y sonrisas cuando lo pienso bien.
Es triste ver/sentir el hueco/vacio que te deja la perdida, pero acordarte de las cosas por las que los echas de menos hace que todavía los quieras.
martes, 15 de junio de 2010
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