En la naturaleza TODO es competición, y perder significa mucho más que no tener premio o medalla. Perder es no comer, y eso lleva a la debilidad, que hace que todavía se pierda más, y así hasta la derrota. Por eso tantas generaciones pasadas querrían que sus hijos fuesen gordos y lustrosos.
Por eso, quizás, unos cocineros -o cualquier otra profesión- dicen barbaridades de otros compañeros. La competencia, por los medios que sean, es por la supervivencia -o el hambre y la muerte, según los casos-.
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