miércoles, 14 de julio de 2010

STANDART

Cuando salimos de la producción artesana, aunque sea "artesana con máquinas", ya pasamos a lo "industrial", y el problema no es de cantidad, es de calidad.
El artesano fabrique mucho o poco pone su nombre y su prestigio a las cosas, poco más o menos todos sabemos donde ir a buscarlo para darle las quejas -¡que pocos buscan a los autores para darle las felicitaciones, sobre todo entre los pequeños artesanos, cuanto nos cuesta dar las gracias, al panadero, por ejemplo!-.
Sin embargo la industria quiere cantidad, cuanta más mejor, y si encima es con un patrón "standart" y en régimen de monopolio mejor que mejor, es un chollo, pero eso que puede parecer que pone al alcance de todos "una calidad" lo que realmente hace es "asfixiar" a quién sí se preocupa por la calidad, porque como la calidad tiene un precio, todos la queremos pero ninguno queremos pagarla. Y entre todos la mataron y ella sola se murió. Así nos va, y nos irá.
¿Cual será el próximo fraude alimentario o el escándalo de la industria agroalimentaria?

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